Aika vs la ame turraaaahh e.e

La rubia se encontraba en su pequeño bosque, descansando de todo aquel lío que conllevaba ser la cabeza de una aldea tan tranquila y bella como era Kumogakure. 
Un fuerte ruido fue lo que llamo su atención sin más: Los gritos desesperados de sus aldeanos que corrían de aquí para allá y advertían en sus voces quebradas como una entidad, al parecer, "enemiga" hacía temblar y palidecer los corazones de cada uno de ellos. 
Ame trepo de forma tranquila hasta lo más alto de uno de sus arboles y pudo percibir como una fuerza ninja perteneciente a la aldea escondida tras las Rocas, se acercaba hasta su fortaleza, rompiendo todo lo que se viera en el camino. A decir verdad, la muchacha no mostraba ni siquiera mínima expresión de sufrimiento, sabía muy bien que por cada uno de los destrozos ella luego se haría cargo y ayudaría con sus propias manos a reconstruir cada hogar perdido. 

Un ANBU vino corriendo hasta el lugar y a los gritos comenzó a llamar a la muchacha, la cuál de un salto perfecto quedo parada en el suelo delante de él. 
-Mi señora, una muchacha la está buscando.
-Lo sé, Cariño.- Ame llevo una de sus manos al rostro del joven ANBU donde dejo una leve caricia. -Ya sé quien es, o eso creo saberlo... - La muchacha desvió la mirada con frialdad y enseguida marcho hacía abajo con mucha tranquilidad, como sí no hubiese pasado absolutamente nada.
Al entrar en la sala, se encontró con que su querida secretaria, Yuu estaba parada al lado de una muchacha esbelta y rubia, que estaba totalmente posicionada delante de la puerta que llevaba a su oficina.
-Buenas tardes, Señorita. - Dijo Ame con suavidad. -¿Qué desea? - Tenía fija la mirada en ella, y no la iba a dejar escapar fácilmente de la frialdad con la que solía comportarse Ame.

Aquellas muchacha de aspecto calmo, se apresuró por hablar, plantando o mejor dicho reviviendo, en la memoria de Ame, los miles de recuerdos que habían pasado una vez juntas, cuando nuestra pequeña Raikage vagaba por su aldea casi desértica, hundida en la muerte y el dolor de los desamparados, en la implacable búsqueda de su tía, la cual juro volver, pero no lo hizo hasta pasada al menos unas dos semanas, por las cuales la pequeña conoció a Aika.

En su corazón, la rubia sintió un rompimiento o acomodamiento de el, al encontrarse a esa muchacha que creyó perecer cuando la guerra termino, pero ella estaba ahí, parada enfrente suyo, pidiéndole hablar en privado... Sin embargo el semblante de la muchacha se mantuvo siempre frío, ya que esa era la postura que había adoptado.
-Claro que sí. - Contestó ella, dando una mirada rápida a los ninjas que acompañaban a su amiga, y a los ninjas que siempre le hacían de compañía igual. - Kira - sama , por favor manda un cuerpo ANBU a revisar como está la aldea.- Dijo, mientras su mirada se tornaba a los acompañantes de Aika.

Miles de ideas se arremolinaban en la cabeza de Ame.
-Aika, ven por aquí...- Dijo en susurró, mientras abría la puerta que daba a su oficina, esperando que aquella compañera de vida entrase y pudieran mantener una charla dentro de todo normal.

-Aika, ven por aquí..- Dijo Ame luego de haber intercambiado unas pocas palabras con quienes la acompañaban mientras que Aika le hacia una seña a sus ANBU para que la dejaran hablar en privado con la Raikage. Luego de eso, la joven Tsuchikage se dispuso a seguir a la muchacha, la cual la condujo hacia su oficina. Una ves solas, la charla comenzó tranquilamente... - Ame, ¿No lo has olvidado? ¿O si? Dime... ¿Por que? ¿Por que no hiciste nada?... Los ninjas de kumogakure me habían rodeado... y te quedaste inmóvil, a un costado, solo mirando... No me digas que no pudiste hacer nada, se muy bien que ambas eramos estudiantes prodigio...- La kunoichi hiso una pausa y miro fijamente a la Raikage, esperando una respuesta coherente de ella, un por què... En aquel entonces, la joven Ryutenbim había quedado sola a merced del enemigo sin tener absolutamente nada que ver, en esos momento solo era una civil mas. Cosa que los ninjas de Kumo no entendieron e hicieron con ella lo que quisieron...

La culpa. La culpa nuevamente recorría la sangre de nuestra joven Raikage. Ese echo de niña, la había atormentado por siempre, ya que luego de que aquellos jounins y un ANBU se llevarán a su efímera amiga, cayó sobre los hombros de Ame, la culpa y el dolor de no saber nada más de aquella niña que le ayudo a mantenerse de pie cuando más quiso tirar su vida al abismo al encontrarse sola, en una aldea donde la muerte era el mayor depredador del momento.

-Por favor, siéntate en mí sillón.- Dijo Ame, mientras señalaba su sillón aterciopelado. Los recuerdos seguían estremeciéndola por dentro. -Todos estos años, he pensado en ti. - Se acercó a la pared de ventanas y corrió levemente una de las cortinas amarillentas para mirar hacía el exterior. -Todos estos años, me ha quedado el amargo sabor de tú perdida, llegué a pensar que te habían matado... -Suspiró.- He buscado justicia por ti, pero todos me aseguraban que estabas bien, que te había devuelto a la aldea, y que no presentabas el menor daño...- La rubia, aún cabizbaja se giró a la kunoichi y comenzó a caminar hacía donde estaba ella, para envolverla en un abrazo desde atrás. - No sabes cuantas veces he llorado tú ausencia... - Ame pegó su rostro al cuello de la rubia, y con sus manos cruzados se corrió levemente una manga que ocultaba sus muñecas, tras la cual marcas de peleas aún quedaban vigentes. -¿Ves eso? Eso es por ti.

Ame, se tragó esa leve debilidad que surgió con el recuentro. Se separó de Aika y se poso delante de ella.
-Cada una de estás marcas, al igual que las que tengo por el resto del cuerpo, son el recordatorio de que luché por irte a buscar. Llegué hasta el pueblo abandonado de Tayuimbo, pero me atraparon un par de ANBUS. - Miró con amargura el suelo, recordando el daño piscologico y físico que le generaron. - Me mantuvieron cautiva hasta que termino la guerra, me pegaban, me mataban del hambre, y siempre amenzaban con mí muerte. -Sintió, que su corazón se llenaba de rencor de nuevo y miró a su vieja amiga. - ¿Sabes algo, Aika? Llegué a desear mí muerte, llegué a desafiarlos para que me mataran, porque al menos me iría de aquí, con la idea de volverte a ver.